Madrid, 15 de noviembre de 1956
Sr. D. Luis Michelena,
San Sebastián.
Mi querido amigo:
Muchas gracias por su carta del duelo. Ahora me queda una herencia original: vivir con sencillez y mintiendo lo menos posible, como lo exige la memoria del muerto. Cumpliendo con ello le voy a decir una cosa. He tenido una sensación de zozobra al ver que ni el ayuntamiento de S.S. ni la diputación se han visto obligados a manifestarse de alguna manera al morir un hijo de la ciudad y de la provincia que era alguien, independientemente de ideas y creencias. Así, ahora, me resultaría muy poco grato el hablar ahí en público bajo el patronato de cualquiera de esas dos instituciones. Quisiera, pues, que ustedes, amigos míos, que saben lo que quiero al país, lo que el muerto hizo en su obra por el país, me relevaran de este compromiso.
Si mas tarde en cualquier ocasión puedo serles útiles, cuenten conmigo.
Y perdón por esta misiva un poco delicada de contenido. Creo que V. Se hace cargo de que lo que le digo no obedece a vanidad particular herida ni a nada parecido, sino a una verdadera sensación de ofensa no para mí sino para quien ya no está entre nosotros.
Un abrazo
Julio Caro Baroja.